Médico español (San Sebastián 1887-1942). Su nombre completo era Fernando Asuero y Sáenz de Cenzano.
Procedía de una familia de cirujanos. Se formó en la facultad de medicina de la Universidad central de Madrid y, después, en las de París y Cambridge; en ésta última se especializó en otorrinolaringología. Trabajó en varios hospitales de San Sebastián hasta que abrió su propia consulta. Tenía fama de ser un hombre afable, jovial y conocido, lo que le llevó a ser concejal entre 1923 y 1925.
Observó que las personas que se operaban de los cornetes solían curarse de dolencias tales como dolores de cabeza, en las piernas, asma, úlceras varicosas, epilepsias, sordera… Entonces decidió investigar. En 1929 los periódicos hablaban de curaciones casi milagrosas. Acosado por la prensa, se negó a hacer declaraciones pero algunos de sus pacientes contaron cómo procedía: mediante unos estiletes acabados en forma de roseta, el doctor estimulaba diversos nervios nasales, principalmente el trigémino; además, a veces bastaba con una sola sesión. Los enfermos llegaban a la ciudad por cientos en busca de esa cura. La medicina oficial, encabezada por el doctor Gregorio Marañón (que, curiosamente, era amigo suyo), rechazó este método y se negó a investigar. La mayoría de la prensa se posicionó en contra del doctor Asuero, llamándolo de todo y burlándose de él. Ortega y Gasset lo tachó de “charlatán irresponsable”.
La fama trascendió y alcanzó a países como Portugal, Francia, Italia, Cuba, Argentina y Méjico. La gente, sin embargo, lo apoyaba y convocaba masivas manifestaciones de cariño. Escribió un libreto, ¡Ahora hablo yo!, en el que explicaba que era u simple médico rural que se había topado con “algo” útil y que le guataría que gente más cualificada profundizara en el método. Pero nadie hizo nunca una investigación exhaustiva ni la solicitó. El doctor Asuero viajó y ejerció su método por casi toda Sudamérica, por donde proliferaron muchos seguidores que experimentaban con su método con mayor o menor fortuna.
Observó que las personas que se operaban de los cornetes solían curarse de dolencias tales como dolores de cabeza, en las piernas, asma, úlceras varicosas, epilepsias, sordera… Entonces decidió investigar. En 1929 los periódicos hablaban de curaciones casi milagrosas. Acosado por la prensa, se negó a hacer declaraciones pero algunos de sus pacientes contaron cómo procedía: mediante unos estiletes acabados en forma de roseta, el doctor estimulaba diversos nervios nasales, principalmente el trigémino; además, a veces bastaba con una sola sesión. Los enfermos llegaban a la ciudad por cientos en busca de esa cura. La medicina oficial, encabezada por el doctor Gregorio Marañón (que, curiosamente, era amigo suyo), rechazó este método y se negó a investigar. La mayoría de la prensa se posicionó en contra del doctor Asuero, llamándolo de todo y burlándose de él. Ortega y Gasset lo tachó de “charlatán irresponsable”.
La fama trascendió y alcanzó a países como Portugal, Francia, Italia, Cuba, Argentina y Méjico. La gente, sin embargo, lo apoyaba y convocaba masivas manifestaciones de cariño. Escribió un libreto, ¡Ahora hablo yo!, en el que explicaba que era u simple médico rural que se había topado con “algo” útil y que le guataría que gente más cualificada profundizara en el método. Pero nadie hizo nunca una investigación exhaustiva ni la solicitó. El doctor Asuero viajó y ejerció su método por casi toda Sudamérica, por donde proliferaron muchos seguidores que experimentaban con su método con mayor o menor fortuna.
asueroterapia.
1. f. Término
que se usó durante la década de 1930 para referirse al método que usaba
el doctor Fernando Asuero para curar, y que consistía en estimular los
nervios de la nariz, principalmente el trigémino, con unos estiletes.
Fue prohibida en Argentina en 1931.

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